Marbella Díaz Wever
“Papá”, “Mamá”, palabras mágicas que encierran el amor sublime de una conexión indisoluble y la prolongación de dos almas que se entrelazan.
La Psicología Evolutiva y la Psicología Diferencial se quedan cortas cuando por primera vez se tiene un hijo en brazos, quizás la Filosofía, la Sociología, la Psiconeuroinmunología, la Perinatología y otras tantas ramas de las ciencias biológicas y humanistas se acercan a conceptualizar tal responsabilidad.
No hay cuartillas, ni recetas que le enseñe a una pareja cómo ser padres; sin embargo, la educación recibida, los patrones de conducta, el modelaje y los espejos sirven de base en este inimaginable rol.
Pero, ¿qué es un hijo?, es una persona única, con rasgos físicos parecidos a mamá y papá, alguien que necesita tener un núcleo familiar afectuoso, nutritivo, positivo, donde pueda expresar y crecer con una personalidad definida para no repetir ni imitar los paradigmas y creencias de los padres.
Cada ser humano es una gota de lluvia distinta, una experiencia de diferente matiz, el germen auténtico en la reproducción energética en la cadena de ADN, la unicidad que perdurará a lo largo de la vida en: el iris del ojo, las huellas dactilares, la forma dentaria, y una computadora humana llamada: cerebro.
Los hijos son los herederos de una fortuna definida en valores, principios y afecto. Si un hijo ha sido deseado por sus padres crecerá con el polén del amor en sus entrañas.
El Análisis Transaccional, señala: Si la madre tuvo un embarazo en armonía, saludable, con una estimulación hacia el feto, si el nacimiento del niño fue normal, si el hijo ha recibido caricias positivas, cuidado en la niñez, tendrá una postura: “YO ESTOY BIEN”, por lo que concluirá que los DEMÁS también ESTÁN BIEN.
El niño internalizará que el mundo está lleno de príncipes y princesas y que él o ella también lo son aunque no tengan corona. Aquellos que asumen la postura: YO ESTOY BIEN – TÚ ESTÁS BIEN, saben que vale la pena vivir la vida con sus altos y bajos.
Por el contrario, si el embarazo, nacimiento y primeros años de vida son difíciles, el niño concluirá: YO NO ESTOY BIEN, TÚ ESTÁS BIEN. Si el niño nació del sexo indeseado por los padres, si éstos hacen comparaciones desfavorables con otros hermanos o niños, tales experiencias conducirán al hijo a la postura de rana, YO NO ESTOY BIEN, TÚ ESTÁS BIEN y así concluirá que su vida no vale nada.
También se da el caso, en que durante la concepción, advenimiento y niñez todo marcha normal pero el niño llega a la conclusión: YO ESTOY BIEN, TÚ NO ESTÁS BIEN. Esta postura se asume cuando el niño es comparado positivamente con los demás pero se le inculca prejuicios paternos y maternos acerca de raza, color, credo, religión o estatus económico. Estos niños llegarán a la conclusión de que su vida es valiosa pero no la de los demás.
Los hijos que reciben una sobrecarga de caricias negativas verbales y físicas por parte de padres brutales, perturbados y transgresores de normas asumen una postura YO NO ESTOY BIEN, TÚ NO ESTÁS BIEN. Para ellos es mejor no haber nacido.
Ayude a sus hijos a sentirse y verse como princesas y príncipes, no como ranas.
¿Cuántos padres son lo verdaderamente congruentes con lo que dicen, hacen y sienten por sus hijos?
Si ud. ofende, maltrata, abofetea, veja y le hace bullying a su hijo, usted necesita urgente ayuda profesional como padre o madre.
¿Qué hacemos con ellos ahora que los tenemos? Amarlos, comprenderlos, respetarlos y por sobre no manipularlos.
Guiarlos, darles herramientas para que vuelen y hagan su propio nido.
Marbella Díaz Wever