Marbella Díaz Wever
A la memoria del Dr. Rafael Carlos Milano Hernández
(04-11-1948 / +21-01-2020)
La existencia es tan sólo un breve paso hacia la verdadera vida con Dios en la eternidad.
Somos seres finitos, pero podemos llegar a ser infinitos. La infinitud es parte de la trascendencia espiritual o conexión con el Universo y el Todopoderoso.
Somos energía, hijos de un Padre amoroso y nutritivo llamado: DIOS.
Hace unos cuantos años, conocí en los pasillos de la Escuela de Educación, de la Universidad de Carabobo, a un gran hombre nutritivo, médico psiquiatra, catedrático universitario, facilitador a nivel empresarial e individual, luchador social, inspirador y motivador, enamorado del compartir en familia, un paladín de los derechos humanos impregnados de hermandad.
Hablo de la esencia y nobleza de Rafael Carlos Milano Hernández (+), un caraqueño que Valencia reconoció como Hijo Ilustre, lleno de virtudes y defectos, fortalezas y debilidades, amigo incondicional, cuyo lema de vida profesional oxigenó sus últimos latidos dejando escuchar en silencio: “Para llegar a curar, hay que tocar el alma de un paciente”.
Su extenso curriculum fue tan trascendental como el contenido de las pocas y breves palabras de su carta de presentación: “Soy un Ser Humano”.
Sencillo, pleno, responsable y abnegado al trabajo, libro abierto para sus estudiantes, pacientes, amigos y colegas.
Miembro Activo de la Sociedad Venezolana y Latinoamericana de Análisis Transaccional y Miembro Agregado de la Sociedad Venezolana Psiquiátrica.
En términos transaccionales, la tríada Padre, Adulto y Niño en equilibrio con sus emociones básicas y posición existencial ante la vida.
Ayer, hoy y siempre reconoceré tu ardua labor amigo, jefe, instructor, modelo, ejemplo, profesor y padre putativo.
Desde tu estrella de luz sigues brillando en el cosmos y en el corazón de tu amada esposa, psicóloga Ysolina Uzcatégui de Milano, así como en el de tus hijos: Adriana, Rafael José, Virginia Valentina, José Carlos y Marco Antonio y, en el de tus cuatro nietos.
Un buen vino, un buen libro, una buena canción de los Beatles y una sentida oración han acompañado tu liviano viaje a la eternidad.
Tu afán por ayudar al prójimo quedó inscrito en el recuerdo del Instituto de Terapias Humanísticas (INTHU – edo. Carabobo), donde fungiste como fundador y director de una genuina filosofía de vida re-encuadrada en el rescate de la resiliencia, modificación de conducta, manejo y educación del carácter, control del temperamento y reconocimiento de las aptitudes, de quienes sumergidos en el mundo de las adicciones encontraron una mano amiga y una luz al final del túnel.
“Soy como el espinito que en la sabana florea. Le doy aroma al que pasa y espina al que me menea”, refrán popular colgado en tu red social, con la jocosidad que se dibujaba en tu cara y que siempre te acompañó.
En el año 2005, después del giro social, político y económico del país, tú premonitorio olfato y visionario destino hizo maletas transportando tus conocimientos, sueños y nuevos proyectos hacia Costa Rica (Centroamérica), país de libertades ciudadanas y asiento para el desempeño profesional después de convalidar el respectivo título otorgado por la Universidad Central de Venezuela en 1972.
La familia Milano – Uzcátegui pisó el suelo de los “ticos”, patria que se volvería vuestra, enarbolando bandera en tu gigantesco corazón el 22 de abril del 2015, al obtener la Carta de Naturalización.
La Virgen de Coromoto y la Virgen de los Ángeles, te mantuvieron en sus brazos, cubriéndote con sus mantos sagrados en uno de los momentos más difíciles de tu vida, al apremiar la enfermedad, superándola paso a paso, brindándote nueva oportunidad para vivir, aumentando tu Fe y sanando tus heridas.
Muchos te recordarán por tu hoja de conducta intachable en el desempeño de las responsabilidades cumplidas a nivel profesional como médico psiquiatra.
Amigo, mentor, te agradezco y aplaudo de pie.
Misión cumplida. Cielo abierto para ti. Tu vida en este plano terrenal pasó sin lujos pero llena de valiosos detalles que te convirtieron en un hombre rico en existencia y esencia.
Dos patrias y un hombre. Metas, sueños, anhelos, propósitos de vida, salvavidas de muchos caminantes y nadadores equivocados de rumbo pero con el mismo deseo de ser felices y reencontrarse a sí mismos.
La andragogía llegó al cielo, al lugar de las almas buenas.
El 21 de enero del 2020, después de vivir unos meses quebrantados de salud, este baluarte profesional venezolano cerró sus ojos en su segunda patria, Costa Rica, país que lo abrazó y valoró. De seguro tú alma se posó sobre los cielos venezolanos para rendirle honor a la patria que te vio nacer y a la génesis de tus ancestros.
Descansa en paz…, junto a tus padres: Rafael y Valentina, quienes te precedieron y esperaban ansiosos abrazar a su querido hijo Rafa.